Quizás el agotamiento mental del venezolano se
parezca al de las personas en otros países, sólo que por la cercanía y
vivencia, bien que se pueden tocar.
Hay varios temas
que nos han atacado desde distintos flancos, claramente todos asociados con la
política partidista actual. Pero damos reconocimiento de que muchos los hemos
venido arrastrando incluso desde el final de las guerras independentistas.
El enemigo está
afuera y dentro de nosotros. Somos víctimas o victimarios, sea de nuestra
personalidad o del reflejo de las enseñanzas familiares o del entorno que nos
condujo a ser fuertes, pero no sabemos a qué costo.
No todas las
personas reflejan los mismos síntomas y sí, los buenos somos más, usted, yo y
los 6 grados de separación de cada uno. Pero hay bastantes seres estresantes y
beligerantes que nos agobian por su incidencia y que ponen a prueba el carácter
y la espiritualidad.
Factores que activan el agotamiento mental del venezolano
Electricidad: Las
fallas eléctricas, así nuestra astucia y recursos nos hayan permitido vadear
sus embates, nos colocan más a la defensiva que a la previsión y ello termina
obstinándonos de grados inimaginables.
Y sin tener a
quién reclamar, tener miedo a reclamar y sin poder ser parte de la solución
total, porque no se nos permite.
Agua:
Sea que falte por los grifos. Cueste mucho comprar un botellón de agua mineral.
O que los embates de las lluvias nos afecten por los malos drenajes o
decisiones de construcción y embaulamiento pésimos, le quitan el disfrute de
este recurso natural.
Gas natural:
Nuevo factor del agotamiento mental del venezolano, ya que existiendo
importantes yacimientos de dónde surtir al país nacional, siempre nos quedamos
sin gas porque el Estado y los privados no tienen suficiente para abastecer y
mucho menos cilindros.
Transporte público: sea por la escasez de gasoil o gasolina, el
transporte público o privado palidece y nos traspasa sus males. Entonces intentamos
convivir con las deficiencias –respetando la onda ecológica- y los
transportistas abusan con los precios del pasaje, el estado de las unidades, el
exceso de pasajeros y la contaminación sónica, entre otros abusos por sentirse
intocables y dueños de las vidas ajenas en su aparato motorizado.
Las arengas y shows sin sentido: Decía Ponce
de León que para que los aborígenes y el pueblo no se revelasen, había que
darles mucha fiesta y dádivas para que sintieran que todo está bien y nadie
pensase en solicitar lo que merecerían.
Esa es una de
las prácticas que desde el sector público y el privado han metido en nuestras
vidas y que han transformado al agotamiento
mental del venezolano en una serpiente de dos cabezas:
Una de las
cabezas es de quienes se sumergen en ese sofisma y creen que todo está bien,
hasta que la realidad les estalla en sus caras (y lo callan para no dar su
brazo a torcer o echarle tierra a sus ídolos, claros responsables).
La otra cabeza
que hace parte del agotamiento mental
del venezolano, es de quienes se dan cuenta de lo que están haciendo y el
por qué y no pueden hacer nada para revertirlo sino escudarse en su verdad, lo
que es muy cansado ya que a veces la ignominia y quebrantamiento moral de otros
está tan cerca, que se resquebrajan las defensas naturales y surge la desesperanza.
Educación:
Aunque han existido algunas reformas educativas válidas en la expresividad y
comprensión que eran muy necesarias para el desenvolvimiento de niños,
adolescentes y adultos estudiantes, la falta de disciplina y constructivismo,
además de alentar a la cultura general, los buenos modales y el aprender a pensar, está mermando en la
confianza de quienes creemos en aquello de “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades (Simón Bolívar)”.
Sea por
arrogancia, abandono intelectual, amoralidad, desinterés, mofa, cinismo o creer
que todos somos iguales pero con el conocimiento y la ética en dirección al
barranco, todo eso ha influido en el agotamiento
mental del venezolano.
A ello se le
suma a quienes todo lo critican o ven “molinos de viento contra los cuales
luchar”, que al extrapolarlos crean conflicto, toxicidad y aportes pocos útiles
a los debates o búsquedas de solución y puntos de encuentro constructivo de
equidad.
Economía:
Ciertamente que el agotamiento mental
del venezolano está encadenado con dos grilletes a esto. Pero es que hay
gente que tampoco prioriza y ni siquiera vive al día, sino al instante y con
aquello de “la vida es una, hay que vivirla como si no hubiese un mañana”.
Ciertamente ello
es así, pero cada quien debería dejar al menos para su entierro, que es también
un acto agotador no sólo por el dolor de una partida, sino lo que conlleva en
gastos, documentaciones y decisiones de los deudos.
Quienes sabemos
diferenciar entre gastos necesarios, gastos relativos y gastos superfluos,
estamos estresados porque no nos alcanza para poder cumplimentarlos. Y quienes
no saben o no les importan esas tres modalidades, se estresan por todo aquello
que sueñan y les cuesta conseguir.
Ni hablar de los
cargos de conciencia cuando uno se da un lujo o placer culposo. Eso, que
debería de ser premio por nuestro esfuerzo, no es más que otro factor incidente
en el agotamiento mental del venezolano.
El mal dormir:
Ya no sólo es la tecnología que nos atrapa y cambia el ciclo circadiano, sino las
horas de trabajo extra, los retardos por escasez de agua, electricidad, gas;
además de las múltiples reparaciones que las casas exigen.
También los
sueños por comprar esto o aquello; las reparaciones a los vehículos o computadoras.
Que la salud se vea afectada sea por virus o por accidentes.
Ni hablar que el
cúmulo de cosas que ocurren en la calle, la terminamos pagando en la casa,
incluso contra nosotros mismos haciendo sombra o quedando en vela y dando
vueltas en la cama, sea buscando soluciones, consuelo, culpándonos o por cargos
de conciencia por lo que no hicimos o no dijimos o por quiénes nos cruzamos en
el día a día.
La vida adulta,
adolescente e incluso infantil en esta tierra está siendo atacada por las
deficiencias e incluso los más serenos de vez en cuando explotan –evitando úlceras
o ECV-, porque hay más de un elemento pernicioso que se bifurca en varios temas
adversos que conducen de muchas maneras creativas y personales, al agotamiento mental del venezolano que
ya deberíamos atender, con terapias, amistades o haciendo uso de un simple lápiz
y papel para dar prioridad y lograr metas paso a paso, sin intentar ganarle al
tiempo, más bien haciendo que cada instante sí valga realmente, como debe ser.
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