La Organización Mundial
de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como la acumulación
excesiva de grasa corporal, lo que representa un problema creciente en muchas
naciones.
Por su parte, la Sociedad
Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) establece que el riesgo de
tener exceso de peso se empieza a considerar cuando el porcentaje de masa grasa
supera el 25% en hombres y el 33% en mujeres.
Para aquellos que no
cuentan con herramientas para medir la masa grasa directamente, el Índice de
Masa Corporal (IMC) se convierte en la clave para evaluar el estado ponderal.
Este indicador se calcula
como el peso dividido por la altura al cuadrado, considerando sobrepeso un IMC
de 25 a 29,9 kg/m² y obesidad un IMC de 30 kg/m² o más.
Riesgos de salud asociados a la obesidad
La inquietante relación
entre la obesidad y el cáncer no puede subestimarse. Estudios indican que el
exceso de peso está vinculado a un mayor riesgo de desarrollar al menos 13
tipos de cáncer, los cuales representan aproximadamente el 40% de los diagnósticos
anuales de cáncer en los Estados Unidos.
Entre los tipos de cáncer
asociados se encuentran el adenocarcinoma de esófago, cáncer de mama (en
mujeres postmenopáusicas), cáncer de colon y recto, así como cáncer de
endometrio, riñón y páncreas, entre otros.
El mecanismo detrás de
esta relación aún se investiga, pero se sugiere que la inflamación crónica y
niveles elevados de insulina y hormonas sexuales juegan papeles determinantes.
Sucede que, el tejido
adiposo al expandirse, genera inflamación continua y altera el equilibrio
hormonal en el cuerpo. Esto puede desencadenar el crecimiento de células
malignas y alterar el ambiente en el que se desarrollan.
Además, la resistencia a
la insulina —una condición común en personas con obesidad— puede llevar a un
aumento en los niveles de esta hormona, lo que a su vez parece estimular el
crecimiento tumoral.
El exceso de grasa,
especialmente en el abdomen, también puede causar infiltraciones en órganos
vitales, aumentando el riesgo de enfermedades como la cirrosis y,
posteriormente, el cáncer.
Caminos hacia la prevención
Para aquellos preocupados
por el riesgo de cáncer asociado a la obesidad, adoptar un estilo de vida
saludable puede ser un primer paso en la reducción de ese riesgo. Seguir un
plan de alimentación equilibrado y realizar actividad física regular son estrategias
recomendadas.
Asimismo, ha de
mantenerse un diálogo abierto con los profesionales de la salud para abordar
preocupaciones sobre el peso, ya que médicos y especialistas pueden ofrecer
programas y recursos para lograr un peso saludable de manera efectiva.
Cómo pueden los médicos ayudar a sus pacientes a prevenir o tratar la obesidad
Los médicos desempeñan el
factor preponderante en la prevención y tratamiento de la obesidad, ayudando a
sus pacientes a alcanzar un peso saludable a través de varios temas estratégicos.
En primer lugar, han de
medir el peso, estatura y el Índice de Masa Corporal (IMC) para evaluar el
estado general de salud de cada individuo.
Los médicos pueden -y deben-
informar a sus pacientes sobre la importancia de mantener un peso saludable, ya
que esto puede disminuir significativamente el riesgo de desarrollar
enfermedades, incluyendo ciertos tipos de cáncer.
Otra forma en que los
proveedores de atención médica pueden ayudar es conectando a los pacientes y
sus familias con servicios comunitarios que ofrezcan acceso a alimentos
saludables y oportunidades para realizar actividad física.
Para aquellos con un IMC elevado que buscan perder peso, es recomendable la remisión a programas intensivos de hábitos saludables, programas diseñados para apoyar cambios en la actividad física y la alimentación, que son recomendados tanto para adultos como para niños por organizaciones como el Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de EE. UU. y la Academia Estadounidense de Pediatría.
Por último, es importante
mantener una conversación sobre opciones adicionales, como medicamentos y
procedimientos quirúrgicos (banda gástrica), que pueden ser efectivas en el
tratamiento de la obesidad en niños mayores y adultos, además de rutinas
deportivas y sistema de premios.
De esta manera, los
médicos pueden ofrecer un enfoque integral y personalizado para abordar este
problema de salud.
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