El panorama geopolítico global
se redefine constantemente, y en el corazón de esta reconfiguración se
encuentran las doctrinas de política exterior de las grandes potencias. En el
caso de Estados Unidos, dos conceptos, separados por casi 200 años, están en el
centro del debate: la Doctrina Monroe del siglo XIX y la doctrina "America
First" de Donald Trump, conocida como MAGA. A primera vista,
parecen ser filosofías de épocas muy distintas, pero un análisis más profundo
revela una inquietante y estratégica conexión que podría moldear el futuro de
las relaciones internacionales.
La Doctrina Monroe:
"América para los americanos"
La Doctrina Monroe fue
enunciada por el presidente James Monroe en 1823, en un momento en que
las nuevas repúblicas latinoamericanas luchaban por consolidar su independencia
del colonialismo europeo. El principio fundamental era que el continente
americano no podía ser considerado un objeto de futura colonización por parte
de las potencias europeas. La doctrina establecía tres puntos clave: la no
intervención de Europa en los asuntos del hemisferio occidental, la no
intervención de Estados Unidos en los asuntos europeos y la promesa de no
colonización futura.
Aunque su lema era
"América para los americanos", muchos críticos, tanto en su momento
como hoy en día, han argumentado que en la práctica se convirtió en un
instrumento para la hegemonía estadounidense en la región. A lo largo del siglo
XX, esta doctrina se utilizó para justificar intervenciones militares,
políticas y económicas en América Latina, convirtiéndose en una herramienta
para asegurar la influencia de Estados Unidos y mantener a raya a rivales
extranjeros. El historiador Samuel Flagg Bemis la describió como una
política defensiva, pero la realidad de su aplicación a lo largo de los años la
transformó en un símbolo de intervencionismo unilateral.
La Doctrina “America First” de
Donald Trump
Casi dos siglos después, la
filosofía de Donald Trump, resumida en el lema "America First"
o MAGA, ha sacudido los cimientos de la política exterior
estadounidense. A diferencia de la Doctrina Monroe, que se centraba en un
hemisferio, el "America First" de Trump es una visión global. Su
política exterior rechaza el multilateralismo tradicional y las alianzas de la
posguerra, como la OTAN, en favor de un enfoque transaccional. La
premisa central es que los intereses de Estados Unidos deben prevalecer por
encima de todo, incluso si eso implica la ruptura de pactos o la imposición de
aranceles a países aliados.
Esta doctrina se caracteriza
por un nacionalismo económico y una desconfianza hacia los acuerdos
internacionales, argumentando que han perjudicado a los trabajadores y a la
industria estadounidenses. El enfoque de Trump prioriza la protección de las
fronteras, la reducción del déficit comercial y la renegociación de tratados,
buscando siempre lo que él considera una "mejor oferta" para su país.
Para los críticos, este modelo representa un retroceso al aislacionismo y un
abandono del liderazgo global que Estados Unidos ha mantenido desde el final de
la Segunda Guerra Mundial.
La inquietante conexión:
Monroe 2.0
Aunque las dos doctrinas se
originaron en contextos históricos muy diferentes, existe un consenso creciente
entre los analistas de que hay varios temas en la política de Trump que le hace,
en esencia, una Doctrina Monroe recargada o "2.0". La
principal conexión es la noción de esferas de influencia exclusivas. Mientras
Monroe buscaba mantener a los europeos fuera de América, Trump ha expandido
esta idea a un nivel global, exigiendo que las potencias rivales, especialmente
China, se mantengan fuera del patio trasero de Estados Unidos.
El enfoque de Trump en América
Latina, por ejemplo, ha sido interpretado como una reafirmación de la Doctrina
Monroe. Ha criticado la creciente influencia económica de China en la región y
ha presionado a gobiernos locales para alinear sus políticas con Washington. En
un discurso ante la ONU en 2018, Trump incluso mencionó explícitamente la
Doctrina Monroe, afirmando que "es la política formal de Estados
Unidos".
Sin embargo, hay una
diferencia crucial. La Doctrina Monroe original era una declaración de
independencia ante potencias coloniales, mientras que el enfoque de Trump busca
reafirmar una hegemonía ya existente, pero percibida como amenazada. El "America
First" eleva el principio de no intervención de otros a un nivel
unilateral y agresivo, utilizando el poderío económico y militar de Estados
Unidos para imponer su voluntad. En este sentido, la doctrina de Trump no
es solo un eco del pasado, sino una versión más dura y globalizada de un
principio que ha definido la política exterior de Estados Unidos durante 200
años.
Lcdo. Argenis Serrano
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