El
arte de la simulación: Descifrando el "Paripé"
Esta palabra "paripé" se puso más en boga por la falsa "flotilla de la libertad" de Greta Thunberg y demás activistas izquierdistas que estafaron a la sociedad en general al no llevar ninguna ayuda humanitaria a Gaza y sí gastar dinero en varios barcos por un mes, además del retorno a sus países pagado con los impuestos de los contribuyentes que no les creen o amparan.
La
palabra "paripé" es una joya lingüística del español coloquial que, a
pesar de su sonoridad alegre, encierra el concepto de la falsedad y la
simulación. Se define, según la RAE, como un fingimiento, simulación o acto
hipócrita, y se emplea con mayor frecuencia en la locución verbal "hacer
el paripé".
Su
origen es tan fascinante como su significado. Procede del caló, la
lengua de los gitanos españoles, concretamente de la voz paruipén que
significa "cambio" o "trueque". Se cree que esta conexión
se debe a la habilidad para negociar con labia y teatralidad, es decir, a la
capacidad de actuar para conseguir una ventaja en el intercambio.
Hoy
en día, el término se usa para describir cualquier acción superficial, un acto
que solo busca guardar las apariencias o simular un interés o emoción que no es
real. Un político que promete un cambio sin intención de cumplirlo, o alguien
que finge entusiasmo en una reunión a la que no quería asistir, está
"haciendo el paripé".
Esta
palabra, con su carga de ironía y su historia ligada al intercambio y la
actuación, nos recuerda la delgada línea entre la cortesía social y la
hipocresía. Es un vocablo que, en tan solo seis letras, denuncia la comedia
diaria de la vida y la facilidad con la que se monta una escena para engañar o
"darse tono".
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