Varios Temas: PERDER EL CONTROL

Parece que preferimos perder el control a manera de sacar todo aquello que nos molesta, frustra, presiona y -contrastantemente- queremos sacar a la luz, siendo nuestro lado oscuro, que poder saber drenar de mejor forma.

Y, claramente no me refiero a que seamos víctimas o nos resignemos o dejemos pasar las cosas hasta el grado de amparar o alcahuetear a los nuestros y a los ajenos. Lo que necesitamos es saber drenar y tranquilizarnos para poder actuar en caliente, pensando en frío.

perder el control
 

Perder el control

La tristeza, la ira, el miedo, la frustración e incluso las alegrías o las excitaciones nos pueden llenar de una carga de adrenalina que inviten a decirnos sin temor, “el que tenga miedo a morir, que no nazca” o a espetar “bueno, luego resuelvo”. Ambos casos pueden ser preámbulos de un mal momento que sabemos que puede suceder, pero sentimos una necesidad irrefrenable de enfrentar ese instante y a las consecuencias, sin saber resolver ni la una, ni la otra.

Parece que los monjes budistas tienen razón al hacer entrenamientos mentales en los que juegan con diversas situaciones hipotéticas pero factibles, con las cuales van entrenando al cuerpo sobre cómo actuar o cuáles serían las mejores formas de controlar a las emociones y salir del shock emocional o refrenarlo lo más posible para poner y ponerse a salvo, como cuando hay una tromba de agua o un terremoto.

Y con esto no quiero decir que nos entrenemos sólo para lo peor, sino que ello es factible y deberíamos tener una orientación propia sobre cómo actuar. Hasta para llamar a emergencias 911 deberíamos capacitarnos y poder ser precisos para que el valor del tiempo sea mayor.

Lo lamentable es que no nos enseñan a ser coherentes o a que el cuerpo desarrolle aquello que en Dragon Ball Super le adosaron a Gokú, el “Ultra Instinto”, donde la mente está en un estado imperturbable y es el cuerpo el que instintivamente reacciona.

En ocasiones y, debido al instinto natural de supervivencia que adquirimos con las primeras habilidades motrices como respirar, podemos tener reflejos que nos ayuden, pero resultan “carambolas” que no siempre existirán, ya que el siguiente paso es poder activar la mente para ser útiles y activos por nosotros y por los demás.

Otro caso ya que perder el control abarca varios temas-, es dejar que la tristeza y emociones negativas guíen a nuestro cuerpo a tomar decisiones crudas que nadie quiere para nosotros, pero que intuimos como la solución al ser radical y de no más continuidad. Y no con esto desvirtúo o romantizo a la problemática de la depresión o ansiedad y sus consecuencias, pero sería bueno que nos enseñaran a recordar instintivamente que la respuesta siempre es la vida, junto a la calidad de vida y la prosecución de la vida, mejorando y cambiando los planes y perspectivas de vida.

Y para que esa vida exista, no hay que perder el control y siempre procurar ante cualquier cosa, el elegir, la vida.

Hay quienes pierden el control y la pagan con los demás con gritos, cuchillos, balas, amenazas, incluso siendo gente buena. Aflora lo peor de sí y creen que la solución es atacar, especialmente a quienes no le están agrediendo. Sería bueno que les enseñaran sobre el dolor, las consecuencias penales, la vida en la cárcel, el no poder dormir con la culpa y el cómo se siente.

Algo así como el crudo entrenamiento de las fuerzas especiales de todos los países, que les hacen vivir en carne propia lo que pueden ser los efectos o consecuencias de sus malas decisiones, el dominio de sus más bajos impulsos, la impericia o el no saber responder con ideas que preserven la vida del bien.

En fin, lo que quiero lograr con esto se resume en este párrafo: Que no perdamos más el control para que no paguemos más consecuencias de nuestros actos, sea haciéndole cualquier tipo de daño a otros como a nosotros mismos. Y que nuestra alme, mente, corazón y cuerpo sepan responder a las cosas malas con la misma pasión y entrega que responden a las cosas buenas. Que la acción y reacción sea un poco más favorable a la causa del bien, ya que la suma de que todos nos portemos así, son menos problemas, menos palabras pueriles y un mejor velar por nuestros congéneres, tanto como hacemos por nosotros mismos con un cuerpo que está en mejor balance.

Lcdo. Argenis Serrano 

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