Varios Temas: CHESPIRITO: SIN QUERER QUERIENDO

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Esta es mi visión sobre lo que sucede en la bioserie “Chespirito: Sin querer queriendo” y lo que sabía por el libro que lo inspiró y lo que he seguido de su trayectoria.

Comencemos diciendo la verdad: Chespirito (Roberto Gómez Bolaños) era un genio indiscutible y un ser humano con muchas fallas que para nada amilanaron su trabajo. No supo cuándo parar, le faltó la chispa y diplomacia de un líder, pero ese trabajo, con más de 50 años en los medios de comunicación de cientos de países y aumentados por el streaming, ningún otro latinoamericano ha podido lograrlo.

Y eso es lo que les duele, que el hombre haya dominado varios temas en el humor (home video, efectos especiales, guiones, cine, televisión, música, radio, historietas, merchandising), incluso creando libretos serios (siempre dijo que “El Exorcista” era un trabajo suyo que se filtró y lo plagiaron).

A los comediantes y críticos de silla y micrófono (farándula e incluso gente de las Bellas Artes) les molesta el éxito de Chespirito, que hizo un trabajo para adultos que funcionó perfectamente para niños. ¿Cuántos de esos eres podrían lograr que sus aventuras se inmortalicen en cómics, videojuegos o skin en otras franquicias y sean inspiración para otros personajes a nivel mundial elevando al gentilicio mexicano?

Chespirito se encontró con su ego y lo abrazó, no queda duda. Y con un diablo en ambos hombros (Florinda Meza, la Yoko Ono latinoamericana), todo empeoró. Claramente que eso afectó al producto humorístico en general, pero es más lo rescatable que lo desplazable.

Algo a lo que no pudo tampoco ganarle fue a la falta de las risas grabadas, que son acompañantes y marca de las risas naturales. Todo por una errónea línea editorial adoptada por Chespirito (no hay datos del motivo) “dizque para respetar al público al no usarlas”, lo que puso en evidencia no su decadencia, sino que todo se debe bien acompañar para poder hacer del humor físico y de los chistes por su forma física un grato amasijo de integración situación – público – reacción,  algo que las generaciones delicadas e inútiles de ahora, deploran; y de ese fallo que acompañó de efectos sonoros, no supo sobreponerse (los programas no tenían el mismo sabor).

De hecho, las risas grabadas siguen funcionando. Vean a Friends o The Big Bang Theory. Pocos programas de humor pueden sostenerse sin ellas como Sledge Hammer o Community o la aburrida The Office.

 

Chespirito: Sin querer queriendo

La bioserie de HBO MAX Latinoamérica es por demás estupenda. Muestra entre muchas cosas buenas -y bien logradas- el potencial del chroma key (pantalla verde o pantalla azul) para los efectos especiales que nos hacen preguntar sí don Roberto Gómez Bolaños hubiese utilizado el CGI actual, qué no lograría.

Muestra el cómo se formó el equipo (con algunos cambios de producción, ya que no es tan fiel a las historias narradas por sus protagonistas ni al libro autobiográfico “Sin querer queriendo”. Equipo de actores y personas sin igual tal que ha sido el mejor en toda la televisión de este lado del mundo. Ni la mejor serie o película estadounidense tuvo un elenco que rozara la perfección como este.

Toda la diatriba ha sido la perspectiva, la que intuíamos, pero no se develaba. El cómo Chespirito abandonó sistemáticamente a su ex esposa Graciela Fernández y sus seis hijos por Florinda Meza, que fue una mujer con dudosa manera de escalar y que se transformó en otro caso de “la otra”, incluso diciendo que se negaba a los galanteos de Roberto, quien tiene igual o mayor culpa en este doloroso y bochornoso actuar.

Pero, quiero que veamos un tema aún más profundo y que sí debiera ser una lección para todos los creadores de contenido, estudiantes de cine y/o televisión, guionistas, productores, actores e inversionistas.

Roberto Gómez Bolaños y su elenco tuvieron que enfrentar las rencillas de magnates de la televisión (el feroz Emilio Azcárraga, que incluso le quitó sus productos a RCTV por apoyar a Villagrán a su llegada a Venezuela, para luego sucumbir), empecinados en pisar su producto, desestimar su capacidad creativa, no creer en el humor blanco ni en la multiplicidad de temas históricos y contemporáneos que Chespirito transformó en guiones.

El nacimiento y glorificación de El Chapulín Colorado y El Chavo, con el preámbulo del “terrible Doctor Chapatín” y del reto único que fue “Los Súper Genios de la Mesa Cuadrada”  junto al “Ciudadano Gómez”, se muestran aprisionados por dueños de medios que no creen en lo que ellos no idearon u ordenaron que se creara.

Eso es un ejemplo de lo que recurrentemente ha suscitado más trabas a la televisión internacional y que a su vez ha causado su declive ante el streaming: no creer en el producto de los independientes, no verlo, desvirtuarlo y en algunos casos, robárselo. Sólo porque es su casa productora - televisora, se hace lo que se les dice y los trabajadores y el público, deben aguantárselo.

Chespirito luchó por sus libretos, personajes, estilos, ambientaciones y tecnología. También fue acompañado de un grupo que le entendía y se transformaba en el personaje que se le asignaba de tal manera que todo pasaba a un plano natural.

Pero los egos, las emociones fatuas, las excitaciones y las falta de respeto dañaron al gran equipo que se formó, como ya se había y bien refleja la bioserie Chespirito: Sin querer queriendo, sobre el funesto capítulo de Acapulco, que comenzó la debacle de El Chavo y El Chapulín Colorado al defenestrar a Carlos Villagrán por celos profesionales, algo que comenzó desde un tiempo antes, en el exitoso viaje a Chile, donde el grupo alegró a un país que era dañado por Augusto Pinochet (lo que critica el estandopero Carlos Ballarta, pero que se diferencia en mucho al lavado de dinero que hacen los artistas en países con regímenes autoritarios y despilfarradores, pero que los comediantes, no se atreven a criticar, quizá por miedo o por mantenidos).

También el paso del tiempo le cobró facturas a un ya mayor Chespirito, teniendo fracturas y casi la pérdida de un ojo grabando escenas con sus personajes insignia. Tanto bajó el ritmo físico que a Chaparrón Bonaparte le tuvo que crear una nueva “chiripiorca”, un poco más dinámica, ya que la primera le molestaba en la zona lumbar. Y la misma, no gustó a la audiencia.

Como dije antes, la falta de las risas grabadas, la ausencia de Carlos Villagrán y Ramón Valdés, los conflictos con María Antonieta de las Nieves y no saber incluir correctamente a Angelines Fernández y Raúl “Chato” Padilla, además de los nuevos personajes y los roces con el elenco no recurrente, de su parte y mucho más de Florinda Meza (en su rol de directora – energúmena), le colocaron en un nivel inmerecido.

Quizás Los Caquitos con Edgar Vivar y Rubén Aguirre como ya principales fue su mejor despedida, además de su obra teatral. Pero las luchas judiciales por los nombres de La Chilindrina y Quico, junto a los errores administrativos – judiciales de Horacio Gómez (su hermano, “Godinez”), hicieron que todo lo bueno que él venía formulando desde sus tiempos en la radio y luego como guionista de Cantinflas, Tin Tán y Viruta y Capulina, decayó.

Ok, también está el uso recurrente de viejos libretos, como sí se le hubiese acabado la gasolina, pero motivados a cambios de actores, horarios y poder adaptarse a otros mercados a los que era venido el producto.

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Actualmente…

Aunque la bioserie “Sin querer queriendo” le muestra en sus errores humanos, el ascenso, cenit y debacle, salvo los mexicanos (algunos), el resto de América Latina y España, amamos a Chespirito (y no me queda duda que, en gran parte del planeta, sabiéndose que sólo 2 países no lo conocen vía TV: Cuba y Corea del Norte). Ni hablar del impacto sociocultural que tuvo en Brasil donde es técnicamente una serie de culto.

Una escuela del humor blanco y el humor azul (humor físico), de cómo se construyen y mantienen personajes, se crean equipos y cómo se resguardan. Tan valioso que luego de haber sido paralizado en la TV, regresó triunfal. Y más aún, luego de pagar millones de dólares por derechos de autor ante el uso de los temas de entrada y salida de sus programas y la música incidental. Si el programa no fuese rentable, nadie responde por eso ¿No lo creen así?.

Incluso el afamado grupo argentino “Les Luthiers” aprendió de los errores del elenco de Chespirito y para mantener al grupo a raya, equilibrado, con respeto y saber dirimir conflictos intelectuales y legales, contrataron a psicólogos que les mantuvieron unidos hasta el final sin problema y llevando esa paz al público.

Tanto ese aprendizaje como el que hay que luchar y proteger sus ideas, proyectos, creencias útiles y al equipo que les acompaña, en contra de la gente oportunista, quienes desestiman o manipulan por sexo, dinero o solamente por la dominación del hombre por el hombre, debe también surgir de la bioserie de Chespirito: Sin querer queriendo.

Además, de redimir a quienes estuvieron en el proceso y fueron lanzados a un lado porque otros se obnubilaron, ya sea con la fama, una falda al suelo, una correa que les lleva como cachorros, con el dinero o por el reconocimiento.

Aprendamos pues de Chespirito y el grupo de actores compañeros principal a ser prolijos, saber cuándo sí y cuándo no, con quiénes estar, respetar, saber dejar legados, hacer del talento un bien material e inmaterial y que el humor necesita creatividad y saber sacarle el jugo (hasta cierto límite), para que sea una verdadera herencia generacional que trascienda a nosotros mismos.

Yo, siempre agradeceré a Chespirito todo lo bueno que nos dejó, que es bastante; como comediante, humorista, escritor y analista, algo de él hay; además, mucha de la jerga que hablamos los países hispanoparlantes y se le suma Brasil, proviene de los programas de Chespirito y el refuerzo del doblaje de Los Simpson. Lo malo, fue de Roberto Gómez Bolaños y su vida privada, pero recordemos que eso ya él lo expuso ante el Creador.

Es mucho mejor quedarse con el “Síganme los buenos”, para todo en la vida. No somos quiénes para hacer leña del árbol caído, pero sí de aprender y retozar felices de lo que surgió de sus semillas.

Nota a los detractores: Traten de hacer humor blanco y salir de la caja para crear cosas nuevas y luego, hablamos de críticas a don RGB y su elenco que le siguió los pasos en ese tipo de humor.

Lcdo. Argenis Serrano 

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