Esto es
muy real: No nos vamos a llevar nada a la otra vida, por lo que el fruto de
nuestro trabajo y aquello que el azar o buenas inversiones nos haga ganar, debe
transformarse en cosas o momentos a la par de cubrir necesidades. Darse un
gusto es más que un placer, es un derecho que tiene algo de deber.
Claro está
que hay prioridades, como las necesidades básicas que recurrentemente hay que
costear; las urgencias también, aunque esto puede ser un “guardado” adicional y
pido a Dios que nos proteja a todo y que cualquier inconveniente sea leve y prontamente
se pueda solventar.
Las necesidades
impuestas también se están haciendo casi que básicas (ejemplo, teléfonos e
Internet); para que luego, venga la dicha de darse un gusto que no sea ni un
placer culposo que atormente ni algo que pese o trastoque la economía.
Porque,
¿saben que es sabroso?, darse un gusto con lo bien ganado al trabajar, ya que
uno se plantea propósitos y metas y de manera escalonada y disciplinada los
logra, luego -como ya dije- de cumplir con las necesidades elementales (al
menos en un 70% para darle un rango que no se sienta como asfixiante o que
retarde el placer).
Y es que
a propósito del placer, a ese hay que darle gusto o si no, aquello que hacemos
pasa a ser tan rutinario que nos agobia en la triste monotonía y comenzamos a
decirnos que no avanzamos, así seamos buenos y felices en nuestros empleos y
con nuestro entorno, por no darnos un gusto vamos a estar cuestionándonos
(propio del ser humano, siempre pensando en lo que no tiene y dejando de pensar
en lo que sí).
Darse un
gusto no conoce de estrato social he visto a personas indigentes ir a una
panadería y comprar -con el fruto de sus ventas de plástico y periódico- un
mini lunch (tipo de pan cerrado, relleno de jamón, queso, pasas, etc.) y un
litro de jugo y café y comerlo con un divino gustazo sentado en la orilla de
una acera.
Para él
es un gasto tremendo, pero la satisfacción es tres o cuatro veces mayor a ello
y eso le hace sentir mejor y ver que en su vida tiene derechos, porque cumple
con sus deberes de trabajar y ser cívicamente útil al ayudar al medio ambiente.
Les pido
pues, encarecidamente, que si quieren darse un gusto, labren el camino para
hacerlo, no esperen tanto y sean ustedes quienes dictaminen cómo y cuál será
ese gusto. No somos millonarios así que debemos labrar el camino para ello.
No seamos
lo contrario, esos que sólo se dan gustos y no cumplen con sus deberes. Al final,
terminan perseguidos por las deudas y llorando por aquello que dejaron de
conseguir porque se cerraron las puertas.
Y,
principalmente, no dejen de darse el gusto de ser felices y hacer felices a los
demás.
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