Existen varios temas que
se hicieron tan de pronto comunes que uno va comulgando con ellos, sin importar
la temática, sólo disfrutar el contexto y nuevo contenido que se hace del
mismo. Pero en este caso, queremos ahondar en el argumento de los zombis, ya
que tienen fama y recurrencia pero uno se pregunta, ¿Qué motivó a este género y
porque en su accionar se parece tanto?
Más allá de la diatriba
sobre sí la Momia y Drácula son zombis, vamos a ver que ello tiene unos lazos
con un lado oscuro de la realidad humana que ya de por sí, pareciera como una
ciencia – ficción vívida y bastante atroz.
🧟♂️ Los Zombis: Un festín de miedo de la cultura pop 🧠
Desde los sombríos
rituales de Haití hasta las pantallas de cine y televisión, la figura del zombi
ha evolucionado de un esclavo sin alma a una metáfora andante de nuestros
miedos sociales. Pocos monstruos encarnan de manera tan visceral la pérdida de
control y la amenaza del colapso civilizatorio como estas criaturas
putrefactas. ¿Qué son realmente y por qué nos fascinan tanto?
El origen tenebroso: de las plantaciones al vudú
La palabra y el concepto
del zombi tienen sus raíces en las tradiciones del vudú haitiano.
Originalmente, el "zombi" (o zonbi) no era un cadáver
reanimado que deseaba devorar carne, sino una persona viva a la que un bokor
(hechicero vudú) había despojado de su alma y voluntad mediante una pócima
paralizante y alucinógena, usualmente un complejo veneno con tetrodotoxina
(el veneno del pez globo).
Este individuo, aunque
biológicamente vivo, se convertía en un esclavo sin mente, una mano de obra
dócil para el bokor, reflejando el trauma de la esclavitud en las plantaciones.
El mito fue diseminado en
occidente a principios del siglo XX, popularizado por relatos de viajeros y el
libro de 1929 The Magic Island de William Seabrook. Sin embargo, no fue
hasta la visión de un autor que el zombi se transformó en la máquina de matar
que conocemos hoy.
La metamorfosis modernista: Autores y cine
El verdadero padre del
zombi moderno, el devorador de carne, es el maestro del terror George A.
Romero. En su seminal película de 1968, La Noche de los Muertos
Vivientes (Night of the Living Dead), Romero despojó a la criatura
de cualquier atisbo de magia vudú, presentándola como un cadáver reanimado
impulsado por un contagio desconocido.
Esta película definió las
reglas del género (lentos, torpes, se matan con un golpe en la cabeza), sino
que también utilizó a los zombis como un poderoso comentario social sobre la Guerra
de Vietnam, el racismo y la paranoia nuclear.
Desde Romero, la figura
ha sido reimaginada por autores clave:
- Max
Brooks en Guerra Mundial Z (2006)
los convirtió en una plaga global, un peligro epidemiológico de rápida
propagación.
- Robert
Kirkman en el cómic y la serie The
Walking Dead (2003-presente) se centró en la lucha humana por la
supervivencia y la moralidad en un mundo post-apocalíptico, usando a los
"caminantes" como telón de fondo.
- En
el cine y los videojuegos, cintas como 28 Días Después (2002)
introdujeron a los zombis rápidos (o "infectados"),
impulsados por la rabia, y la franquicia Resident Evil
(1996-presente) popularizó el concepto del "virus T" y las megacorporaciones
malvadas como causantes del brote.
🧠 ¿Por qué quieren comer
cerebros? (y otras respuestas)
Contrariamente a la
creencia popularizada por películas como El Regreso de los Muertos Vivientes
(1985), la mayoría de los zombis canónicos de Romero no buscan
específicamente cerebros, sino que devoran carne humana en general.
La idea de la fijación
por el cerebro es una adición de la cultura pop, posiblemente para enfatizar la
pérdida de la mente o el alma, convirtiendo el acto de comer el cerebro en una
apropiación simbólica de la humanidad de la víctima.
La realidad y los zombis
Si bien no hay cadáveres
andantes, la ciencia ha encontrado paralelismos escalofriantes, a saber:
Parásitos controladores
de la mente: El parásito Toxoplasma gondii, que
infecta ratones y los hace menos temerosos de los gatos o el hongo Ophiocordyceps
unilateralis, que infecta a las hormigas y las obliga a escalar hasta un
punto de dispersión de esporas, son ejemplos de control mental biológico en la
naturaleza.
Trastornos neurológicos:
Enfermedades como la encefalitis letárgica (que dejaba a las víctimas en
un estado catatónico y sin voluntad propia) o el síndrome de Cotard
(donde el paciente cree que está muerto, pudriéndose o que le faltan órganos)
recuerdan, de forma trágica, al estado de un "no-muerto".
El zombi moderno es mucho
más que un monstruo: es un espejo de la enfermedad, la alienación de las masas
y el fin de la civilización. Es la representación de una pesadilla donde el
único enemigo es el rostro descompuesto de un antiguo vecino.
🩸 El zombi nunca muere
La inagotable popularidad
del zombi radica en su simplicidad aterradora. Es una amenaza que no se puede
razonar y que nos obliga a confrontar una pregunta fundamental: ¿Qué harías
cuando ya no quede nadie para detenerlos?
El miedo va más allá a
ser devorado, está en el convertirse en uno de ellos: perder la voluntad y la
identidad, vagando sin propósito en un mundo consumido. Por eso, el apetito
insaciable del zombi sigue siendo el motor de nuestras más profundas
ansiedades.
Y, aunque suene a cliché,
hay tecnologías e ideologías o decadencias culturales y sociales, incluso
amores frenéticos, que también propulsan una especie de variante llamada
zombificación o pérdida de la conexión emocional y/o racional.

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