Varios Temas: ¿QUÉ ES UN PAÍS AUTÁRQUICO?

Israel ha tenido que llegar al punto de reabrir el debate sobre lo que es considerado “el espejismo de la autosuficiencia”: un país autárquico, algo que es un concepto del pasado, pero los ataques del mundo del Medio Oriente y las naciones izquierdistas de Occidente, así le están empujando.

Países y grupos desaforados y guerreros del teclado le atacan por defenderse luego de que en el concierto del 07 de octubre de 2023 llegaran los terroristas de hamás a matarlos en una gran emboscada y otros países, incluido Palestina, sedujera a muchos a atacarle por su democracia, fe religiosa y legítimo derecho a la autodefensa.

Y nadie ofrece una solución en la que se abran los entendimientos, por lo que el gobierno de Israel ahora debe pensar en una solución que no lo es tal, al menos en este siglo; ni a la Unión Soviética ni a su versión actual, Rusia o a Corea del Norte, la ha funcionado este método gregario.

Pero Israel ha demostrado jugar en los campos de ciencia, producción y defensa de manera distinta al mundo, por lo que hay que observar si decide y puede sonar un país autárquico y cuánto perdería el mundo libre con ello.

país autárquico

 

Sobre lo que es e implica un país autárquico

En un mundo donde la globalización ha tejido una red de interdependencia económica, la noción de un país que se cierra por completo al comercio internacional parece una reliquia histórica. Sin embargo, el concepto de autarquía —un estado de autosuficiencia total— ha sido un ideal para algunas naciones en diferentes momentos de la historia. Pero, ¿qué significa realmente ser un país autárquico y cuáles son las complejas implicaciones de un modelo que, en teoría, promete independencia y soberanía total?

En su definición más pura, un país autárquico es una nación que produce y consume internamente todos los bienes y servicios que necesita, sin depender de importaciones o exportaciones. No se trata solo de reducir la dependencia, sino de una política económica deliberada que busca una completa independencia del mercado global. Las motivaciones detrás de esta decisión suelen ser diversas, desde la protección de industrias nacionales y la seguridad en tiempos de conflicto, hasta ideologías nacionalistas o socialistas que rechazan la influencia extranjera y el sistema capitalista global. 

La teoría suena atractiva: una nación que controla su propio destino, inmune a las crisis económicas externas o a las tensiones geopolíticas. Sin embargo, la realidad de la autarquía es mucho más compleja y, en la mayoría de los casos, insostenible. Una de las primeras y más profundas implicaciones es la ineficiencia económica. La especialización es la base del comercio internacional; cada país produce aquello para lo que está mejor dotado.

Al abandonar esta premisa, una nación autárquica se ve obligada a producir bienes para los que carece de recursos naturales, tecnología o mano de obra especializada. Esto conduce a un aumento de los costos de producción y, por ende, a precios más altos para el consumidor, una menor calidad de los productos y una drástica reducción en la variedad de bienes disponibles. La vida cotidiana de sus ciudadanos se ve afectada de forma directa y tangible.

Además de los desafíos económicos, la autarquía genera importantes problemas a nivel social y político. La política autárquica, lejos de ser solo una medida económica, afecta directamente varios temas críticos, desde la estructura social hasta la seguridad nacional. Al restringir el comercio y el flujo de información, un gobierno autárquico debe ejercer un control considerable sobre todos los aspectos de la vida productiva.

Esto a menudo se traduce en un sistema económico centralizado y planificado que requiere de un régimen político autoritario para ser implementado, eliminando la competencia y la libertad económica. Históricamente, este modelo ha sido asociado con regímenes totalitarios que buscan aislar a su población de influencias externas, limitando el acceso a la tecnología y al intercambio cultural. La falta de contacto con el resto del mundo puede estancar la innovación, ya que el país se priva de las ideas y avances que se originan en el extranjero.

Aunque la autarquía total es un concepto prácticamente extinto en la actualidad —ejemplos como la Albania de Enver Hoxha o la Corea del Norte de Kim Il-sung demostraron su insostenibilidad a largo plazo—, sus principios todavía influyen en la política moderna.

Algunos países implementan medidas proteccionistas en ciertos sectores estratégicos, como la agricultura o la defensa, con la intención de protegerlos de la competencia extranjera. Sin embargo, incluso estas políticas selectivas han demostrado generar fricción comercial y, a menudo, perjudicar al consumidor. 

Por ende, la promesa de la autarquía es seductora en su simplicidad: independencia absoluta. Pero su aplicación práctica revela un escenario de aislamiento, ineficiencia y estancamiento. En lugar de garantizar una fortaleza inexpugnable, el camino autárquico condena a una nación a la limitación de sus recursos y al rezago frente al progreso global. En el siglo XXI, donde la colaboración y el intercambio son motores de desarrollo, la autarquía se ha demostrado no como un faro de soberanía, sino como una barrera contra la prosperidad.

Lcdo. Argenis Serrano 

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