Quizá
se ha dicho en videos que romantizan la situación o en escritos de revista
rosa. Pero la realidad es que tener fiebre, gripe o una enfermedad o accidente de
consideración, viviendo solo, es una agonía todavía mayor.
Y la
cosa es que la vamos posponiendo desde que vivimos con nuestros padres o
hermanos o abuelos, luego en el noviazgo o un matrimonio que no funcionó o a la
espera de que llegase alguien a nuestras vidas y por nuestra suerte o
estándares, pero mucho más allá por el destino, no apareció.
Entonces
el dolor muscular, en las articulaciones, el desgaste propio de la fiebre; diarrea
y vómitos. Inflamación ya sea de oído, garganta o nariz con constipación y
sentir que caminas sobre vidrios, te recuerda que no hay nadie a tu lado al
100%.
No negamos
aquello de “¿Quién es tú hermano?, ¡Tu vecino más cercano!”, pero no estará al
100% como puede estar un familiar abnegado o un amor bien correspondido.
Y ahora,
que las mujeres empoderadas colocan sus estándares altos y prefieren estar
solas a que llegue un hombre bueno que les quiera, aunque tenga defectos
(humano al fin); o que hay hombres atacados y además, resentidos, que quieren
vivir la vida como Charlie Sheen en “Two and a Half Man” y acaban solos y
despreciados.
Ahora
que hay esas oportunidades y que siendo mujer u hombre, de manera alguna
consiguen techo propio, pues…cuando haya alguna fiebre y vivan solos, les
tocará cuidarse a sí mismos y ponerse en riesgo de algo mayor.
Esto
no es una visión apocalíptica ni agrandada de las cosas; tampoco un pérfido
deseo de que rectifiquen. Sino de que tengan cuidado y coloquen su salud y
cuidados en sus planes. Ser ermitaños en un entorno urbano o suburbano es tan
riesgoso como hacerlo en un ambiente rural y alejado.
Alguna
vez le escuché decir a un prominente político partidista que “aparte de comer,
aprender e ir al baño, lo demás no podemos o no deberíamos hacerlo solos,
porque para eso hay bastante gente buena y en la misma condición en el mundo”.
Y si
no vas a conseguir un amor que te cuide cuando te enfermes -que va a suceder o
ha ocurrido- y has visto que incluso ir a buscar un vaso con agua es una odisea
riesgosa de caer y ahogarte en tu vómito o perder el conocimiento.
Sé que
sueno demasiado terrorífico, pero es que hay que tener planes de contingencia
en la salud, para que te ayuden en la enfermedad. Desde alguien a quién llamar
o a dónde acudir, siendo esto último un tanto más comprometedor porque eso de
transmitir una condición, aunque sea gripal o viral atacable, es bastante
comprometedor y no cualquiera lo toleraría.
Tener
números de emergencia, médicos, ambulancia, primeros auxilios, enfermera, reparto de medicinas y cómo acceder a tus
utensilios de cocina y productos de higiene, además de tener siempre agua,
Internet y hielo, es al menos un avance.
La soledad
es buena un ratico, hasta que te das cuenta que tanto de algo que podría
equilibrarse para mejor, ella te satura y te obliga de manera bastante tosca a dirimir
entre varios temas de prioridad en los predios de la existencia y el cuidado
personal.
A todos
nos da fiebre o contraemos alguna enfermedad o nos tienen que operar. Y que nos
consientan o al menos nos atiendan con dignidad en nuestra propia cama, es
demostrarnos que en esa lucha por ser alguien en la vida, nuevamente hemos
demostrado que lo hemos podido concretar, porque tenemos a alguien que nos
quiere y nos cuida en la salud y en la enfermedad.
Por favor
pues, prepárate y rodéate de lo mejor de lo mejor de la raza humana. Siempre debemos
esperar y luchar para vivir lo mejor, preparados siempre para lo peor. Es la
manera de atendernos bien en cualquier malestar, ya que no podemos burlar a la
muerte, pero siempre podemos, debemos y nos beneficiaremos de propulsar para
nos y para el entorno, una digna y palpable calidad de vida.
Presento
mis disculpas sí toqué un tema delicado o han enfrentado el vivir solos y tener
fiebre con destreza manual y psicológica alta, tampoco es que me las sé todas,
sólo deseo que nadie de bien sufra.
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