Cuando en la vida uno se consigue a personas cuyo nivel intelectual y anímico / sentimental abarca varios temas del saber y del percibir, sin
inventar, sin hacer que el constructivismo se cada ítem se transforme en la
respuesta única y que sepan realizar una épica que hagan de cada charla algo
interesante, podemos decir que estamos en el mejor de los lugares al estar con
las mejores personas.
Muchas
conversaciones se centran en la política partidista (no siempre la “Política
con P”), religión, deportes o cómo están de caras las cosas. Esos temas son
considerados por muchos “tabú”, ya que pueden detonar rabia, gritos, insultos,
peleas, alejamientos, decepciones, burlas, risas, reconcomios, tedio y pare
usted de contar en elementos que no son buenos para las relaciones
interpersonales.
Sólo
quienes ponen su mente en el punto medio y aceptan al otro, recordando de dónde
le conocen, qué les ha unido, que son mucho más que esos temas, pueden
conseguir puntos de encuentro, tolerancia, aceptación de las discrepancias y
saber que, al ser temáticas álgidas, lo mejor es ampliar el repertorio de temas
de conversación y así mantener la fiesta en paz, sin que ninguno pierda sus
ideales y convicciones.
Porque
el humanismo, la cívica, la amistad, la ética y la sana convivencia ameritan de
colocar en la balanza lo más importante que les une y desechar aquello que no
comparten. En lo único en lo que no puede haber encuentro alguno, es en lo
ilegal, inmoral o aquello que se siente y hace para molestar a los demás.
La toxicidad
en cualquier ámbito es perjudicial y la mejor forma de propagarla, es alejarse
del contaminante.
La cultura general, el pilar de poder conversar sobre varios temas
Nadie
debe hablar de lo que no sabe, salvo para preguntar apropiadamente y reconocer
que no es de su conocimiento, pero manifiesta interés de saber lo pertinente o
asequible al tema, para así tener bases para construir su conocimiento y emitir
una opinión.
Es algo
así como una materia que nos daban en la escuela, propulsada por un pensador
venezolano, llamada “Aprender a Pensar”, que motivaba a prever escenarios
de qué reacciones -favorables o no- podrían tener nuestros comentarios. Aunque muchas
veces nuestros instintos y sentimientos nos arrebatan, aquello de contar hasta
10 y pensar en los diversos escenarios posibles, nos podría traer el triunfo al
no crear o alimentar el conflicto y poder llegar a puntos de equilibrio con
nuestra contraparte.
La empatía
es un elemento que se ve ligado -pero no siempre reconocido- en la cultura
general. Ella nos ayuda a poder explicar más y mejor aquello que hemos
aprendido, equilibrando lo conceptual y/o técnico con la conexión emocional y lo
pedagógico, permitiendo así que lo que decimos, cale entre nuestros
interlocutores sin halo alguno de discriminación, ya que es fácil de entender y
de recibir retroalimentación.
Sí,
porque en una conversación se requiere bidireccionalidad, tanto al realizar
preguntas como al aportar datos, respetando siempre un valor cultural que
aprendimos en la escuela y en los hogares y que se ha perdido por la mala imposición
de ideas, los malos ejemplos de los parlamentarios -que deberían de ser más
decentes e inteligentes- o de los programas de opinión en radio y televisión.
Ese valor
cultural que necesitamos recuperar en cada conversación, es el que se engloba
en “las normas del buen hablante y el buen oyente”. Porque sí escuchamos
y pensamos en frío lo que se dice, nuestras respuestas en caliente son mucho
mejores, sin imposiciones, ya que están llenas de datos, hechos y la buena y
firme voluntad de hacer que la conversación termine brindando elementos
positivos a las partes involucradas.
Por eso,
leamos, oigamos, hablemos de varios temas, para que en cada conversación,
incluso en la más trivial y campechana que exista, terminemos cumpliendo con
ese cometido de aprender algo a diario y brindemos valor y utilidad a quienes están
en derredor y a quienes indirectamente se beneficiarán de dichos conocimientos.
El propósito
de este blog Varios Temas es ese, alentar lo mejor de la sociedad y que sus
acciones nos retroalimente, creando un ciclo sin fin positivista y que vaya a
favor de una humanidad más cercana, mejor informada, apropiadamente instruida y
gratamente instruida.

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