Todos deberíamos conocer
sobre varios temas, por lo menos lo esencial para documentar a otros mientras
de manera bidireccional, vamos aprendiendo. La manera cómo aprende nuestro
cerebro parte desde nuestras habilidades cognitivas / cognoscitivas, el
interés que despierta el saber, las formas cómo nos llegan y aquellas
metodologías que más nos interesen.
En mí caso, prefiero
cantar o hacer chistes e incluso ironizar para una mayor retención, también
tomando el lado empírico del hacer para poder internalizar. Las repeticiones
ayudan y un tanto de visualización.
Cómo aprende nuestro
cerebro se asocia pues a la diversidad de metodologías establecidas y a
aquellas que nosotros intentemos – experimentemos. De ello depende el
crecimiento personal, más y mejores conversaciones, capacidad para solucionar y
aportar y poder estar atentos en los momentos extremos, sin dejar a un lado a
la creatividad y los aportes a la humanidad.
He aquí pues una forma
estandarizada de cómo aprende nuestro cerebro según varios enfoques de la
ciencia y la psicología, mostrando los porcentajes aproximados de retención del
aprendizaje según el estilo.
Dichos porcentajes son
ejemplos comunes y -obviamente- pueden variar según diferentes fuentes,
pero suelen ser un marco útil para comprender los métodos de aprendizaje.
Cómo aprende nuestro cerebro
Leyendo
Porcentaje de retención:
10%
La lectura es una forma
importante de adquirir información, aunque por sí sola puede no ser la forma
más efectiva de aprendizaje, ya que amerita repetición, detenerse a analizar,
internalizar y llevar sistemáticamente a la práctica. Pero siempre será la fuente
número uno del aprendizaje, por lo que debemos a toda edad, fomentar la
lectura.
Oyendo (o más bien, Escuchando)
Porcentaje de retención:
20%
Escuchar información como
conferencias o clases, permite que los aprendices absorban el contenido a
través del oído, pero la retención puede ser limitada sin una participación
activa. Es allí donde entra la escucha, que es el acto de poner atención y
saber disgregar. Oír es que te llegue todo, escuchar es entenderlo.
Observando
Porcentaje de retención:
30%
La observación de
demostraciones o la visualización de ejemplos ayuda a integrar el conocimiento,
pues permite ver cómo se aplican las teorías en la práctica. Decía Sir
Arthur Conan Doyle, “A veces vemos, pero no observamos”, porque de
ver, se ve todo, pero observar es detallar para discernir.
Cómo aprende nuestro cerebro: Asistiendo
Porcentaje de retención:
70%
La asistencia a aulas o
talleres permite una experiencia de aprendizaje más inmersiva y participativa,
facilitando una mejor retención de la información. Hay que estar donde se
enseñe lo útil, no siempre esperar a que el conocimiento te llegue.
Debatiendo
Porcentaje de retención:
70%
Participar en debates
fomenta el pensamiento crítico y la comprensión profunda del contenido al ser
desafiados a defender o refutar ideas. Eso sí, respetando las normas del
buen oyente y del buen hablante y sabiendo defender con bases y pruebas.
Practicando
Porcentaje de retención:
75%
La práctica activa es una
de las formas más eficaces de aprender, ya que refuerza las conexiones
neuronales relacionadas con la habilidad o conocimiento adquirido. Hay prácticas
que se fijan (como andar en bicicleta); otras, ameritan repetición (como hace
un pitcher).
Cómo aprende nuestro cerebro: Enseñando
Porcentaje de retención:
90%
Enseñar a otros es una de
las técnicas más efectivas para consolidar el aprendizaje. Al explicar y
transmitir el conocimiento, el individuo organiza, refuerza y clarifica lo que
ha aprendido. Lo que debes tratar de ser es bidireccional, ya que la
retroalimentación estimula al cerebro y elimina los egos.
Que quede claro...
Estos porcentajes
reflejan la idea de que la participación activa en el proceso de aprendizaje
mejora la retención de información. Cuanto más comprometido esté el individuo
con el material, ya sea a través de la práctica o la enseñanza, más probable es
que retenga esa información a largo plazo.
Entendiendo cómo aprende
nuestro cerebro, manejamos mejor nuestra manera introspectiva. También importa
saber cómo colindar o engranar con las formas, estilos y tiempos de aprendizaje
de los demás, ya que ese es un aprendizaje social y humanista que nos mejora y
abre una mayor visión moral y educativa que estimula y amplifica el poder de nuestros
hemisferios cerebrales.
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